EL HOMBRE    ESPIRITUAL

 

 

(Tres tomos en Uno)


CONTENIDO
1. Introducción
2. Prefacio de la segunda edición
3. Prefacio
4. Preámbulo
5. Lista de palabras importantes

 

Primera sección: introducción con respecto al espíritu, el alma y el cuerpo………………………………………………………………………20
1. El espíritu, el alma y el cuerpo
2. El espíritu y el alma
3. La caída del hombre
4. El camino de la salvación

 

Segunda sección: la carne………………………………………………..58
1. La carne y la salvación
2. El cristiano carnal
3. La cruz y el Espíritu Santo
4. La jactancia de la carne
5. La actitud que el creyente debe tener frente a la carne

 

Tercera sección: el alma…………………………………………………..101
1. Cómo ser libres del pecado y de la vida del alma
2. La experiencia del creyente anímico
3. Los peligros de la vida del alma
4. La cruz y el alma
5. El creyente espiritual y el alma

 

Cuarta sección: el espíritu………………………………………………..154
1. El Espíritu Santo y el espíritu del creyente
2. El hombre espiritual
3. La obra espiritual
4. La oración y la guerra espiritual

 

Quinta sección: el análisis del espíritu: la intuición, la comunión y la conciencia………………………………………………………….………196
1. La intuición
2. La comunión
3. La conciencia

 

Sexta sección: andar según el espíritu…………………………………238

 

1. Los peligros de la senda espiritual
2. Las leyes del espíritu
3. El principio de que la mente ayude al espíritu
4. La condición normal del espíritu

 

Séptima sección: el análisis del alma (1): la parte emotiva…………...279
1. El creyente y las emociones
2. El amor
3. Los deseos
4. Una vida centrada en los sentimientos
5. Una vida de fe

 

Octava sección: el análisis del alma (2): la mente……………………..324
1. La mente, un campo de batalla
2. La condición de una mente pasiva
3. Cómo ser libre
4. La ley de la mente
Novena sección: el análisis del alma (3): la voluntad………………….370
1. La voluntad del creyente
2. La pasividad y sus peligros
3. Conceptos erróneos de los creyentes
4. El camino a la libertad

 

Décima sección: el cuerpo……………………………………………….423
1. El creyente y su cuerpo
2. La enfermedad
3. Dios es la vida del cuerpo
4. La victoria sobre la muerte

 

INTRODUCCION
Esta obra consta de diez secciones distribuidas en tres tomos. Se comenzó a escribir a finales de 1925, y se concluyó en junio de 1927.
La siguiente explicación, dada por el autor acerca del carácter del libro, fue tomada de un anuncio que él publicó en el número 3 de la revista El testimonio actual:
“Esta obra da énfasis a la realidad espiritual. Por lo tanto, el contenido de cada tomo puede ser verificado por la experiencia; ninguna porción está en el ámbito de la teoría.
En la actualidad, lo que más desalienta a los creyentes que desean progresar en la senda espiritual es no encontrar la forma de hacerlo. Como resultado, buscan a tientas, su condición es inestable y se estancan en las mismas encrucijadas año tras año sin saber qué camino deben seguir. El autor de este libro se hallaba en la misma condición. Debido a eso, en este libro se recalca una dirección clara con respecto a la senda apropiada. El propósito de cada capítulo es dirigir a los creyentes en la dirección correcta. Por lo tanto, todos los que buscan a Dios con corazón sincero, podrán avanzar. Casi todos los capítulos empiezan presentando la posición del pecador y avanzan paulatinamente hacia la cumbre de la vida espiritual.
“El libro en su totalidad tiene un enfoque muy amplio, pues en él se da respuesta a los interrogantes que los creyentes tienen con respecto a la vida espiritual. Por ejemplo, se explican clara y detalladamente asuntos difíciles, tales como escuchar la voz de Dios y entenderla. Después de leer este libro, los problemas espirituales más relevantes quedarán resueltos.
“La regeneración, la salvación, la santificación, el negarse al yo, el ser llenos del Espíritu Santo y de poder, el bautismo del Espíritu Santo, la comunión, la oración, el estudio de la Biblia, la identificación con la muerte de Cristo, la carne, la vida del alma, las emociones, las experiencias sobrenaturales, los milagros, el discernimiento de las lenguas, la intuición, la conciencia, la revelación de Dios, la obra espiritual, la guerra contra Satanás, los espíritus malignos, la posesión demoníaca, el libre albedrío, la renovación de la mente, la pasividad, la consagración, los afectos, la sensación de ser ferviente o de estar frío, el cuerpo, la enfermedad, la manera de escapar de la muerte y muchos otros temas, son explicados de manera profunda y al mismo tiempo con sencillez.
“Si un creyente desea seguir el camino espiritual, debe leer este libro. Si alguien desea ayudar a otros a que vean su condición, no puede perderse este libro.
“Todo aquel que lea este libro encontrará luz incluso en temas que ordinariamente son pasados por alto. Aun un asunto tan conocido como es la regeneración, se podrá entender de una manera que antes habría sido inimaginable”.

 

PREFACIO DE LA SEGUNDA EDICION
Damos gracias al Señor porque desde que publicamos este libro en el otoño de 1928, creyentes de muy diversos lugares lo han estado solicitando. En un lapso breve la primera edición se nos agotó. Muchos nos han comunicado francamente la liberación que han experimentado por medio de la verdad contenida en este libro. Esto nos muestra que lo que Dios nos encomendó no ha sido en vano. Verdaderamente tenemos que agradecerle al Señor por la manera en que los hijos de Dios han recibido este libro.
Desde entonces, en estos dos años no hemos podido ofrecer este libro en su forma completa, como juego de tres tomos. Originalmente, yo no tenía la intención de que se imprimiera la segunda edición, pensando que dos mil ejemplares en circulación eran suficientes. Al mismo tiempo, me oponía a publicar apresuradamente otra edición porque quería ver el resultado de poner en práctica las verdades contenidas en este libro. Pero durante los últimos dos años se han solicitado varios centenares de ejemplares de este libro. También vimos, por muchos testimonios, que las verdades contenidas en este libro se pueden practicar, que pueden liberar al hombre y que los hijos de Dios las necesitan. Por consiguiente, no podemos posponer más la reimpresión de este libro.
Esta edición no difiere mucho de la primera en cuanto a la enseñanza y a la verdad. Sin embargo, debido a que he recibido más luz y he obtenido un nuevo conocimiento con respecto a cosas que aún no estaban claras cuando escribí la primera edición, decidí incluir en esta edición muchos cambios y adiciones. Para llevar a cabo la obra de redacción, pedí ayuda al Señor, y traté de conservar, hasta donde fue posible, la terminología utilizada usada en las Escrituras.
Estamos conscientes de que en muchos casos nuestras terminología difiere de la que se usa en la Biblia. Por ejemplo, utilizamos el término “redención” con relación a la obra completa que el Señor Jesús llevó a cabo en la cruz, pese a que el significado bíblico de la palabra “redención” se limita exclusivamente a la acción de cubrir el pecado.
Existen muchos términos que nos parecen correctos, pero que al examinarlos a la luz de la Biblia, son inexactos. Por ejemplo, hemos oído las expresiones “vencer el pecado”, “crucificar el yo”, “crucificar la vida del alma” y sabemos a lo que ellas se refieren. Pero en la Biblia no se encuentran estas expresiones. La Biblia no habla de “vencer el pecado”, sino de “ser libres del pecado”. El fin de la salvación no es que venzamos al pecado, sino que nuestro viejo hombre sea crucificado y que seamos librados del pecado y de su poder. (Cuando se usa la expresión “vencer los pecados”, se alude a la experiencia individual.) De igual manera, la Biblia no dice que debemos “morir al yo”, sino que debemos “negarnos a nosotros mismos”. “Uno no puede crucificar el yo”, pues éste es quebrantado cuando
tomamos la cruz. Esto se debe a que nuestra personalidad se halla en el yo y no puede ser crucificada. Una vez que el yo muere, nuestra persona muere. El yo es nuestra propia persona. Por lo tanto, solamente podemos negarnos al yo y tomar la cruz para ponerle fin. El significado de llevar la cruz no es morir, sino estar dispuesto a morir. De la misma manera, la Biblia no dice que debemos crucificar la vida del alma, sino que debemos perder la vida del alma, pues si nuestra vida natural fuera crucificada, nuestra vida física también terminaría.
Esto no significa que en la primera edición no estábamos conscientes de estas diferencias. Creemos que si los principios y hechos espirituales son correctos, la terminología no es tan importante. Al hacer cambios, aun en esta edición, no hemos tratado de corregir esas disparidades. Pero recientemente el Señor nos recordó que debemos ser más cuidadosos en este asunto. El nos ha mostrado cómo un término impreciso puede producir una verdad inexacta y cómo la exactitud en la terminología es importante. Por supuesto, preferimos tener la realidad espiritual que la terminología exacta. Pero cuando tenemos la realidad espiritual, también vale la pena que tengamos la terminología precisa. Además, una terminología exacta nos proporcionará más luz. Debido a esto, en muchos casos hemos cambiado la terminología. Espero que podamos hacer lo mismo en las demás publicaciones.
Quisiera que los lectores prestaran atención al efecto específico y personal que la verdad produce en nosotros. Por esta razón no he mencionado muchas verdades objetivas. Este es el carácter de este libro. Emprendí la escritura de este libro debido a que creí que había un vacío en cuanto a las verdades específicas y aplicadas. Por lo tanto, los lectores deben saber que lo dicho aquí con respecto a las diversas verdades no es completo; es sólo una exposición del aspecto aplicado de esas verdades.
Este libro circulará de nuevo para llevar a cabo la obra que Dios le designó. Sólo lamento mi limitación como escritor. Siempre se pierde algo de la verdad de Dios cuando ésta es puesta en las manos de los hombres. Lo único que puedo decir es que toda la gloria debe ser dada a Dios, y yo soy responsable por cualquier defecto. Que Dios bendiga lo que pueda bendecir.
El autor Shanghai, 30 de mayo de 1932.

 

PREFACIO
Doy gracias con todo mi corazón al Señor, a quien sirvo, por darme el privilegio de escribir este libro. Tenía la esperanza de que un mejor escritor se responsabilizara de ello, pero al Señor le agradó encomendarme esta tarea. Si dependiera de mí, yo sería el último que escribiría esta obra. Mi renuencia no se debe a la timidez, sino a que pienso que escribir un libro acerca del progreso espiritual y la estrategia para la guerra espiritual no es una tarea fácil para alguien que ha sido creyente por menos de diez años. Entre los creyentes que procuran ser espirituales existe siempre el peligro de ser excesivamente limitados con respecto a su propia experiencia espiritual. Esto no es saludable, porque la autoevaluación y el autoanálisis, son una forma de cultivar la vida del yo y hace que la mente de las personas se llene de pensamientos vanos. En la Biblia no se insta a que los creyentes relaten sus experiencias; esto es algo que necesita la dirección del Espíritu Santo. En el caso de experiencias que son tan maravillosas y tan profundas como ser arrebatado “al tercer cielo”, es mejor esperar “catorce años” antes de divulgarlas. Es muy importante que prestemos atención a las experiencias, pero una mente que está llena de experiencias, hace más difícil que la persona renuncie a la vida de su yo. No tengo experiencias del “tercer cielo” ni he recibido grandes revelaciones; sólo he recibido del Señor gracia para aprender, y eso de manera incompleta, a seguirle en las cosas pequeñas de la vida diaria. En este libro únicamente he tratado de transmitir a los hijos de Dios lo que yo recibí de parte del Señor en estos pocos años.
Consideré necesario escribir este libro hace unos cuatro años. En ese entonces, debido a mi debilidad física, reposaba en una pequeña casa al lado de un lago, estudiando la Palabra y orando. Vi la necesidad de que los hijos de Dios tuvieran un libro basado en la enseñanza de las Escrituras y la experiencia espiritual, que hiciera un análisis claro de la vida espiritual y que permitiera que el Espíritu Santo guiara y dirigiera a los santos para que no tuvieran que buscar a tientas. Para entonces, comprendí que el Señor me había encomendado esta tarea. Así que, empecé a escribir el capítulo que trata de la diferencia entre el espíritu, el alma y el cuerpo, luego el capítulo acerca de la carne, y medio capítulo acerca de la vida del alma. Por varias razones, me detuve por un tiempo. Una de ellas fue el hecho de que se me pidió hacer otras cosas. Esta razón no habría sido suficiente para detenerme, porque si hubiera querido, habría encontrado el tiempo para escribir. El motivo principal por el que no seguí escribiendo fue que en aquel entonces, las verdades que el Señor me había dicho que debía escribir, no habían sido confirmadas completamente en mi experiencia. Si hubiera escrito el libro en tal condición, su valor y su poder habrían disminuido. Quería aprender más y confirmar en mi experiencia estas verdades, para que lo que escribiera no fuera sólo teoría, sino hechos espirituales. Esto detuvo la obra por tres años.
Puedo decir que durante ese período, todos los días tuve en mi mente la escritura de este libro. Ante los hombres, la publicación de este libro se había retrasado, pero en lo más recóndito de mi ser, yo entendía claramente que estaba bajo la mano del Señor. Durante los últimos años, las verdades contenidas en este libro, particularmente las del tomo tres, han liberado a muchos de la autoridad de las tinieblas, lo cual demuestra que hemos visto la realidad espiritual. El Señor ha derramado Su gracia en mí de una forma especial, para mostrarme la meta de la redención y la forma de distinguir entre la nueva creación y la vieja creación. Tengo que darle las gracias por ello. El Señor me ha permitido viajar más durante los últimos años y me ha dado la oportunidad de conocer, en diversos lugares, a muchos de Sus hijos. Esto, por supuesto, enriqueció mis observaciones, conocimiento y experiencia. Al relacionarme con otros, el Señor me mostró la escasez que existe entre Sus hijos y el camino de salvación revelado en la Biblia. Puedo decir a mis lectores que aun cuando este libro es un libro que examina la vida espiritual, todos los puntos contenidos en él pueden ser comprobados en la experiencia.
Recientemente, debido a la enfermedad que tuve, comprendí, por un lado, la realidad de la eternidad y, por otro, mi deuda para con la iglesia de Dios. Por lo tanto, deseé terminar este libro a la mayor brevedad posible. Le doy gracias a Dios el Padre y también a algunos pocos de mis amigos en el Señor, quienes me prepararon un lugar tranquilo debido a la debilidad de mi cuerpo. Esto me permitió terminar en pocos meses las primeras cuatro secciones. Aunque aun no he iniciado las secciones restantes, Dios el Padre siempre está presto a darme gracia cuando la necesito. Ahora que este libro está a punto de publicarse, quisiera ser franco en cuanto a algunos aspectos: no fue fácil aprender las verdades de este libro, y fue aún más difícil escribir acerca de ellas. Durante esos dos meses, puedo decir que estuve en las garras de Satanás. ¡Cuánto conflicto hubo! ¡Cuánta oposición! Todas la fuerzas del espíritu, el alma y el cuerpo se enfrentaron contra el Hades. Por lo pronto, tal batalla ha cesado. Sin embargo, las secciones restantes, no se han concluido. Espero que aquellos que apoyaron a Moisés en el monte, no se olviden de José, quien pelea en el valle. Sé que el enemigo aborrece profundamente este libro y que tratará de hacer lo que esté a su alcance por estorbarlo e impedir que llegue a la gente. Y aun cuando se publique, impedirá que la gente lo lea. Que el enemigo no prevalezca en este asunto.
Debido a lo voluminoso del libro, lo dividí en tres tomos. Algunas partes del libro dan énfasis a la vida espiritual, y otras, a la batalla espiritual. Las partes que hablan de la batalla espiritual, también aluden a la vida espiritual, y viceversa. La diferencia básica entre las diversas partes es el énfasis. Ya que el propósito de este libro es guiar a los que no tienen un rumbo definido, se presta más atención a los pasos mismos del camino que a exhortaciones a tomarlo. Esta obra no es una exhortación a ir en pos de verdades espirituales, sino que se dirige a quienes desean seguir dichas verdades, pero no han encontrado la manera de hacerlo; se dirige a quienes tienen el deseo de encontrar la guía apropiada. Este libro no se escribe como un sermón ni como un análisis retórico. Existen variaciones en el grado de profundidad, a lo cual el lector debe poner atención.
Tengo la plena certeza de que las condiciones espirituales de los lectores son diferentes. Los grados de vida espiritual mencionados en el libro también varían completamente de una sección del libro a otra. Por lo tanto, si el lector se encuentra con pasajes que no entiende, no debe rechazarlos ni tratar de investigarlos con su mente, pues se trata de
verdades dirigidas a los que tienen más madurez. Si lee de nuevo esos pasajes más adelante, quizás en quince días o un mes, descubrirá que entiende más. En síntesis, este libro habla de la vida y de la experiencia espiritual, y no se puede entender simplemente usando un método. Lo que uno considera común o trivial, al final puede resultar lo más valioso. El crecimiento espiritual que una persona haya alcanzado determinará el grado de comprensión que tendrá de este libro. ¿Significa esto que una persona puede entender cierto aspecto sólo cuando ha llegado a ese punto en su experiencia? No, pues si ése fuera el caso, no habría necesidad de que se escribiera este libro. Hay un misterio en la experiencia espiritual del creyente: cuando el Señor desea conducir al creyente a una vida espiritual profunda, le muestra algo de los principios básicos de ese nivel de vida espiritual antes de introducirlo en ella. Muchos creyentes que experimentan cierto grado de espiritualidad, piensan que ya llegaron a ese nivel, sin darse cuenta de que eso es solamente el principio de la obra que el Señor usa para guiarlos a lo correspondiente a dicho nivel. Por lo tanto, cuando el creyente alcanza cierta espiritualidad, mas sin entrar plenamente en ese nivel, puede beneficiarse de las enseñanzas contenidas en este libro.
Al leer una obra como ésta tengamos presente que no debemos tomar el conocimiento adquirido, como una herramienta para hacernos un autoanálisis. Si nos vemos a la luz de Dios, nos conoceremos a nosotros mismos, y a la vez, continuaremos abiertos en el Señor. Pero si nos analizamos continuamente, nos encerraremos en nuestros propios pensamientos y sentimientos. La autoevaluación nos impedirá perder nuestro yo en Cristo. Un creyente no sabe nada, a menos que el Señor le haya enseñado en lo profundo de su ser. El autoanálisis y el conocimiento propio son peligrosos para la vida espiritual.
Recordemos que en el camino de salvación la meta de Dios es liberarnos por medio de la vida nueva que nos dio cuando fuimos regenerados y librados (1) del pecado, (2) de lo natural (nuestra naturaleza) y (3) de lo sobrenatural (y sus aspectos pecaminosos). Los tres pasos de liberación son indispensables. Si el creyente limita el camino de la salvación y se conforma solamente con la victoria sobre el pecado, pierde de vista la voluntad de Dios. La naturaleza buena también debe ser vencida, así como las cosas sobrenaturales del enemigo. Es necesario vencer el pecado, pero a menos que uno también venza la estrechez de su ser natural y la maldad sobrenatural, no es perfecto. Tal victoria sólo proviene de la cruz. Por la gracia de Dios, espero poner más atención a estos puntos y presentarlos con claridad.
Con excepción de la sección del tomo tres que trata del cuerpo, este libro podría considerarse psicología bíblica. Lo tratado en él se basan en las Escrituras y lo podemos corroborar en nuestra experiencia espiritual. El resultado de nuestro estudio es que en cada experiencia espiritual, como por ejemplo, la regeneración, hay cambios específicos en nuestro hombre interior. Después de estudiar este tema, veremos que la Biblia divide al hombre en tres partes: el espíritu, el alma y el cuerpo. Más adelante estudiaremos la función de estas tres partes, especialmente las funciones del espíritu y el alma. También veremos lo que constituye cada parte y en qué difiere de las otras.
Es necesario hacer una aclaración para proporcionar una mejor comprensión de la primera sección del tomo uno. Es indispensable que los creyentes espirituales que buscan más del Señor conozcan la diferencia que hay entre el espíritu y el alma y entre sus respectivas funciones. El creyente puede andar según el espíritu sólo después de entender lo que es el
espíritu y lo que es ser espiritual. En la actualidad esto no se conoce en China, debido a lo cual tratamos el tema detenidamente en la primera sección. Los creyentes que tienen suficiente conocimiento no encontrarán dificultad en dicha sección. Pero quienes no están familiarizados con esta clase de distinción, sólo deben prestar atención a la conclusión, por lo pronto, y deben pasar a la segunda sección. La primera sección no trata de la vida espiritual, sino del conocimiento necesario para la vida espiritual. Se tendrá una mejor comprensión si primero se termina el libro y luego regresa a esa sección.
También es necesario dar una explicación con respecto a la traducción de las Escrituras usadas en este libro. Le doy gracias a Dios por darnos una buena traducción en chino. En muchos pasajes es mejor que algunas de las versiones inglesas, pero en otros, debido a la gramática del chino, la traducción tiende a alejarse del significado original. Debido a esto, es obvio que hay cierta limitación cuando estudiamos la vida espiritual. Donde esto ocurre, he tenido que ofrecer mi propia traducción. No nos preocupamos mucho por el estilo, pues nuestra meta es comunicar el significado espiritual de la palabra.
La enseñanza de la diferencia entre el alma y el espíritu no proviene de mí. Andrew Murray dijo que tanto la iglesia como los individuos deben temer a la actividad desordenada de la mente y de la voluntad del alma más que a cualquier otra cosa. F. B. Meyer añade que a menos que uno sepa diferenciar entre el alma y el espíritu, no se puede ni imaginar lo que es la vida espiritual. También Otto Stockmayer, Jessie Penn-Lewis, Evan Roberts y la señora Guyón han dado testimonios similares. Ya que hemos recibido la misma comisión que ellos, tengo la libertad de citar sus escritos. Debido a que son tantos los pasajes en los que aludo a ellos, no hice una lista específica del origen de la cita.
Este libro no está dirigido exclusivamente a los creyentes en general, sino también a quienes están en la obra del Señor y son más jóvenes que yo. Los que tienen la responsabilidad de guiar a otros en la búsqueda espiritual, deben comprender que estamos guiando a algunos a salir y a otros a entrar. Debemos saber de dónde venimos y hacia dónde nos dirigimos. ¿Quiere el Señor que solamente ayudemos a algunos, por un lado, a no pecar y, por otro, a ser fieles? ¿O hay algo más profundo que esto? Para mí, la Biblia es muy clara con respecto a este punto. La meta de Dios es guiar a Sus hijos a salir por completo de la antigua creación e introducirlos en la nueva creación. No importa cuán buena parezca a los hombres la antigua creación, a los ojos de Dios está condenada. Si los obreros cristianos sabemos lo que debemos derribar y lo que debemos edificar, guiaremos a los demás por el debido rumbo.
La vida espiritual comienza con la regeneración, que consiste en recibir la misma vida de Dios. Es inútil gastar energía exhortando, persuadiendo, debatiendo, explicando e investigando para terminar sólo con un entendimiento mental, algunas decisiones y algo de actividad emocional, sin que se haya logrado que la persona reciba la vida de Dios en su espíritu. Espero que todos los que tienen la misma responsabilidad que yo de predicar la Palabra de Dios, se den cuenta de que nada es provechoso a menos que el hombre reciba la vida de Dios en lo más profundo de su ser. Qué gran viraje dará nuestra labor si estamos conscientes de esto. Comprenderemos que muchos que dicen haber creído en el Señor Jesús, realmente no han creído. Muchas lágrimas y muestras de arrepentimiento, buena
conducta, celo y labor no son lo que caracteriza al creyente. Si conocemos nuestra responsabilidad, estaremos satisfechos cuando otros reciben la vida preeminente de Dios.
Debido a la limitación del espacio y del tema en sí, muchas doctrinas básicas son mencionadas brevemente. Si el Señor retrasa Su venida y si me permite permanecer sobre la tierra, espero más adelante presentar estas doctrinas en otra obra. Cuando recuerdo cómo el enemigo trató de impedir que aprendiera las verdades contenidas en este libro, especialmente las que constan en el tomo tres, estoy consciente de que aun si el creyente obtiene un ejemplar de este libro, Satanás impedirá que lo lea; y aun si lo lee, hará que lo olvide. Por lo tanto, advierto a los lectores que deben pedir a Dios que destruya la obra de Satanás para que no les estorbe la lectura de este libro. Espero que mientras lean, oren y conviertan en oración lo que leen. También pedimos que Dios les dé el yelmo de la salvación. De no ser así, olvidarán lo que hayan leído o su mente se llenará de un sinfín de teorías.
Quisiera dirigir unas palabras a los hermanos que ya adquirieron las verdades de este libro: si Dios les dio la gracia y los libró de la carne y del poder de las tinieblas, deben predicar estas verdades. Por lo tanto, después de familiarizarse con este libro y de recibir las verdades que contiene, deben usarlo como texto y reunir a unos cuantos creyentes y enseñárselas. Si la obra completa es demasiado extensa, deben, por lo menos, enseñarles una o dos secciones. No permitan que las verdades contenidas aquí permanezcan ocultas. También es provechoso prestar este libro para que otros lo lean.
Deposito esta humilde obra en la mano del Señor. Si a El le place, ruego que la bendiga para que mis hermanos y hermanas crezcan en la vida espiritual y venzan en la lucha espiritual. Que se haga la voluntad de Dios, que la voluntad del enemigo sea destruida y que el Señor Jesús venga pronto a reinar. Amén.
El autor Shanghai, 4 de junio de 1927

 

PREAMBULO
Me regocijo por haber concluido la última sección de esta obra. Cuando escribí el prefacio, sólo había terminado las primeras cuatro secciones. Mientras escribía las últimas cuatro, descubrí que tenía mucho más que decirles a los lectores. Esta es la razón por la que escribo este preámbulo.
Comencé a escribir este libro hace dieciséis meses, durante los cuales he tenido una carga constante. El enemigo no está contento cuando ve que la verdad de Dios es predicada de este modo, y envió ataques desde todos los ángulos. Me parecía que era más de lo que yo podía soportar. Pero gracias al Señor que Su gracia me sostuvo hasta el día de hoy. Muchas veces pensé que no era posible seguir adelante; pues la presión en el espíritu era enorme y mi cuerpo estaba muy débil. Era como si hubiera perdido la esperanza de conservar la vida. Pero el Dios a quien sirvo y a quien pertenezco me fortaleció conforme a Su promesa y en respuesta a las oraciones de muchos. Por fin todo pasó, y he descargado el peso que tenía sobre mí. ¡Qué gran consuelo!
Ofrezco este libro a nuestro Dios con mis dos manos. Oro pidiendo que como El concluyó lo que comenzó, asimismo bendiga este libro para que Su iglesia cumpla lo que El le encomendó. Pido al Señor que bendiga a cada lector, a fin de que encuentre la senda apropiada y aprenda a seguir al Señor hasta la perfección. Mi espíritu y mi oración acompañan a este libro. Que Dios lo use según Su voluntad excelente.
Hermanos, en términos humanos un escritor no debe entusiasmarse mucho con su propio trabajo. Pero eso no me preocupa, pues no destaco este libro simplemente porque yo lo escribí. Nuestro objetivo es proclamar la verdad. Si este libro hubiese sido escrito por otra persona, tendría más libertad para recomendarlo. Por lo tanto, les pido que me perdonen, pero me veo obligado a hacerlo. Sólo sé que la verdad contenida en este libro es importante y es por esta razón que no puedo evitar recomendarlo, a pesar de que yo lo escribí. Hasta donde entiendo la voluntad de Dios, me doy cuenta de que la verdad aquí comunicada es muy necesaria en esta era. Puedo estar equivocado, pero puedo asegurar que yo no inicié la escritura de esta obra; recibí una comisión específica del Señor para emprenderla. Además, las verdades de este libro no son mías sino de El. Aun mientras escribí este libro, El me dio muchas bendiciones nuevas.
Quisiera que mis lectores entendieran claramente que este libro no trata de teorías sobre la vida y la lucha espiritual. Yo mismo puedo testificar que las verdades contenidas en este libro las aprendí pasando por muchos sufrimientos, pruebas y fracasos. Casi todas las
enseñanzas fueron marcadas por el fuego. Las palabras no fueron escritas a la ligera, sino que se originaron en la parte más profunda de mi ser. Dios sabe de dónde proceden.
Los que lean este libro notarán de inmediato que su estilo es diferente al de otras obras. Además, hay muchos términos especializados difíciles de comprender. Permítanme aclarar algunos puntos. Quien no ha escrito un libro como éste, no comprenderá en realidad, cuántas dificultades presenta. Cuando toma la pluma para comenzar, le sobrevienen todo tipo de problemas. Tuve que inventar varios términos, pues de lo contrario, no habría podido expresar muchas verdades. Espero que los lectores presten especial atención a los términos espirituales apropiados. Una vez que éstos sean usados más ampliamente, dejarán de sonar extraños. Le agradezco al Señor porque durante los últimos años, muchos términos espirituales han llegado a ser comunes entre los creyentes chinos y ya se entienden sin mucha explicación. Espero que los lectores no encuentren dificultad con la terminología.
No traté de agrupar verdades afines en la misma sección, ya que solamente podía mencionar las diferentes verdades a medida que avanzaba. Aunque algunas verdades son similares a otras, tuve que posponerlas para una discusión posterior. Muchas veces, debido a la importancia de algunos temas, los menciono reiteradas veces, con la esperanza de que los hijos de Dios reciban una profunda impresión de los mismos. Creo sinceramente que los creyentes de hoy olvidan fácilmente. Por esta razón, me veo obligado a repetir los temas en el momento oportuno para que no los pierdan de vista. Muchos reciben una verdad sólo después de varios recordatorios. “La palabra, pues, de Jehová les será mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá” (Is. 28:13).
También me doy cuenta de que en muchas ocasiones este libro parece contradecirse. Cuando los lectores lleguen a esos pasajes, deben darse cuenta de que en realidad, ése no es el caso; pues la contradicción es sólo aparente. Ya que este libro trata de la esfera espiritual, muchas teorías parecen incongruentes (2 Co. 4:8-9); pero, en la experiencia, se complementan. Reconozco que en muchas ocasiones parecen incomprensibles, pero mi ruego es que hagan lo posible por entender y traten de no interpretar mal. Si alguien procura intencionalmente entender mal, puede encontrar en este libro cosas que yo jamás dije.
Creo sinceramente que sólo una clase de persona puede entender este libro. Mi intención original al escribirlo, fue suplir la necesidad de muchos creyentes. Por lo tanto, sólo lo comprenderán los creyentes que reconocen su necesidad. Para ellos este libro será una guía. Si algún lector no está necesitado, catalogará el libro como teórico o lo criticará. La medida de necesidad del lector determinará hasta dónde entenderá el libro. Si el lector no tiene ninguna necesidad en su experiencia, este libro no le resolverá nada y sólo servirá como objeto de crítica. Por lo tanto, el lector debe prestar atención a esto.
Cuanto más profunda es una verdad, más fácil es que se convierta en teoría, ya que cuanto más profunda es, más difícil es tener acceso a ella sin la operación del Espíritu Santo. Cuando la persona no comprende una verdad, la clasifica como teoría. Así que, cuando leemos un libro como éste, debemos cuidarnos de recibir su contenido sólo en la mente,
pensando que eso es suficiente, ya que en realidad, eso es muy peligroso. En dado caso, la carne y el espíritu maligno nos engañarán.
El lector tampoco debe tomar el conocimiento adquirido en este libro como un arma para criticar a otros. Es fácil clasificar a una persona como anímica y a otra como carnal; lo difícil es reconocer si nosotros mismos estamos en esa condición. La función de la verdad es liberar al hombre, y no debe usarse para criticar. Temo que algunos que tienen la tendencia natural a presumir, no cambien después de recibir las verdades contenidas en este libro, sino que las utilicen para criticar a sus hermanos y hermanas. La intención no es juzgar a los hombres sino guiarlos por la senda correcta. Si criticamos a otros, queda en evidencia que nosotros mismos no estamos en mejor condición que ellos, e inclusive, somos un poco más carnales. Este es el peor daño, y debemos guardarnos de caer en él.
En el prefacio mencioné algo que quisiera repetir dada su extrema importancia. Quisiera reiterar que nunca debemos analizarnos a nosotros mismos. Después de leer un libro de esta naturaleza, es fácil hacernos una autoevaluación sin darnos cuenta. Cuando prestamos atención a la vida interior, tendemos a caer en un análisis excesivo de nuestros propios pensamientos y sentimientos y de las actividades de nuestro hombre interior. De esta manera, podemos avanzar externamente, pero en realidad, será más difícil rechazar la vida del yo. Si nos encerramos en nosotros mismos, perderemos la paz. Cuando esperamos que la santidad nos llene, y vemos que nuestra condición no concuerda con nuestro ideal, naturalmente nos sentimos mal. Dios no tiene la intención de que nos encerremos en nuestra introversión, pues ésta produce letargo espiritual. Obtenemos descanso sólo cuando nos volvemos al Señor y dejamos de mirarnos a nosotros mismos. En la medida en que nos volvamos al Señor recibiremos liberación. Descansamos en los logros de la obra del Señor Jesús y no en nuestra experiencia fugaz. La verdadera vida espiritual no gira en torno al análisis continuo de nuestros sentimientos y pensamientos, sino a la contemplación del Salvador.
El lector no debe engañarse pensando que todas las cosas sobrenaturales deben ser rechazadas. Mi único propósito es ayudarle para que pueda determinar si tales cosas provienen de Dios. Creo firmemente que muchas cosas sobrenaturales son de Dios, pues he visto muchas de ellas. Sin embargo, también tengo que admitir que hay muchas cosas sobrenaturales que afirman falsamente ser de Dios. No tengo la más mínima intención de que el hombre rechace todo lo que sea sobrenatural; sólo quiero que tenga presente el principio de las diferencias básicas que hay entre estas dos cosas y sus manifestaciones. Cuando un creyente se enfrenta con cosas sobrenaturales, antes de aceptarlas o rechazarlas, debe ponerlas a prueba cuidadosamente según los principios revelados en las Escrituras.
Con respecto al alma, creo que muchos creyentes oscilan entre un extremo y otro. Por lo general pensamos que una persona anímica, es decir, una persona que vive centrada en su alma, es muy emotiva, y pensamos que ser anímico es ser sentimental. Debido a esto clasificamos como anímicos a aquellos que son sensibles y que se emocionan fácilmente. Muchas personas piensan que la vida intelectual es la vida espiritual. Pero no olvidemos que una persona intelectual no necesariamente es espiritual.
No debemos permitir que la actividad del alma cese por completo. Es muy fácil irnos o a un extremo. Puede ser que algunas veces hayamos catalogado la emoción y el entusiasmo como algo bueno y hayamos actuado de acuerdo a ello. Cuando descubrimos que aquello procedía del alma, empezamos a suprimir y a reprimir dichas actividades. Aunque esto parece correcto, no nos hace espirituales. Creo firmemente, que si los lectores no comprenden bien esto, morirán espiritualmente, ya que su espíritu estará encarcelado en un alma insensible e inerte sin poder expresarse. Si el entusiasmo de una persona expresa el sentimiento del espíritu, tiene gran valor. En síntesis, si el creyente reprime demasiado sus emociones, sólo llegará a ser una persona encerrada en su mente, no una persona espiritual.
En cuanto a la última sección quisiera añadir algo. Quizás yo no sea el más apropiado para escribir esto, debido a la debilidad de mi cuerpo. Sin embargo, precisamente debido a esta enfermedad y a que mis sufrimientos son mayores que los de otros, puedo escribir al respecto detalladamente. Muchas veces no me atrevía a escribir, pero gracias al Señor que finalmente lo hice. Espero que las personas cuyas experiencias con su tabernáculo terrenal sean similares a las mías, acepten lo que he escrito y lo reciban como una luz de un hermano que ha visto luz en medio de las tinieblas. Por supuesto, los creyentes de hoy contienden mucho acerca de la sanidad divina. Un libro como éste, donde se enseñan principios, no debe ser utilizado en ningún debate con hermanos y hermanas con respecto a detalles. Expresé lo que quise decir. Mi petición, ahora, es que en nuestra enfermedad debemos hacer una diferencia entre lo que viene de nosotros mismos y lo que viene de Dios. No quisiera añadir más.
Confieso que este libro tiene muchas deficiencias. Sin embargo, laboré hasta donde pude. Les ofrezco la mejor labor que pude realizar. Reconozco cuán serias son las repercusiones de publicar este libro. Debido a ello, con temor y temblor, oro pidiéndole a Dios que nos conduzca a la experiencia. Ahora que este libro se ha culminado, lo encomiendo a la conciencia de los hijos de Dios, y lo pongo en sus manos para que lo disciernan y lo juzguen.
Sé que un libro que pone en evidencia las tácticas del enemigo, sin duda provocará la ira de las potestades de las tinieblas, lo cual suscitará mucha oposición. Aun así, mi intención al escribir este libro no es agradar a los hombres. Por lo tanto, ninguna de esas cosas me afectan. También estoy consciente de que algunos del remanente de Dios recibirán ayuda de este libro y me estimarán más de lo debido. A estos quisiera decirles que no soy más que hombre y, además, bastante débil. Las enseñanzas de este libro pueden dar testimonio de la debilidad que experimento.
Ahora este libro está a disposición de los lectores, por la gracia de Dios. Si usted tiene el ánimo y la paciencia para avanzar después de leer la primera sección, es posible que Dios lo bendiga con la verdad contenida allí. Si lee todo el libro, le aconsejo, que más adelante lo lea una segunda vez. Queridos amigos, mientras leemos estas líneas, levantemos los ojos a nuestro Padre y acerquémonos nuevamente a El en fe recostándonos en Su regazo, y recibamos Su vida una vez más. Que podamos confesar de nuevo que no somos nada y que en El habita toda la plenitud. Nosotros no tenemos nada, ya que El lo posee todo. A menos que El nos dé y que Su gracia nos llene, seguiremos siendo pecadores sin esperanza. Alabémosle con un corazón agradecido, por la gracia que el Señor Jesús nos ha otorgado.
Oh Padre santo, he aquí lo que me has confiado. Si lo aceptas, bendícelo. Pero preserva a Tus hijos en este tiempo final y líbralos de la carne corrupta y de los perversos espíritus malignos. Padre, edifica el Cuerpo de Tu Hijo; destruye al enemigo de Tu Hijo; ¡apresura la venida de Su reino! Padre Dios, ¡Confío en Ti! ¡Te anhelo! ¡Confío en Ti!
El autor Shanghai, 25 de junio de 1928.

 

 

LISTA DE PALABRAS IMPORTANTES EN CUANTO A EL ESPIRITU, EL ALMA Y EL CUERPO
El espíritu y el alma, a los cuales alude este libro, y sus respectivas funciones, son temas importantes. Lo que hemos abarcado es un bosquejo al respecto; sin embargo, hay muchas áreas que no hemos mencionado. Debido a que hay muchas palabras importantes que no se tradujeron del griego de una manera uniforme en las diferentes versiones de la Biblia, y estamos conscientes de que en muchos casos es difícil, llega a ser imposible entender para los que, aunque desconozcan el idioma original, desean escudriñar el tema con detenimiento. Para complacer a estos hermanos, hemos preparado una lista de palabras con el fin de mostrar las diferentes traducciones que la Biblia ofrece de cada expresión griega.

 

EL ESPIRITU
La palabra “espíritu” es ruaj en hebreo, el idioma en que se escribió el Antiguo Testamento, y pneuma en griego, el idioma del Nuevo Testamento. Estas dos palabras se usan unas setecientas veces, la mitad de las cuales se refiere al Espíritu Santo y a los espíritus malignos. Cerca de cien veces, especialmente en el Antiguo Testamento, la palabra se usa refiriéndose al viento. Sólo unas cuantas veces ruaj se traduce “lados o hileras” (1 Cr. 9:24 Jer. 52:23; Ez. 42:16-20). Las demás veces se refiere a la parte más importante del hombre, el espíritu.

 

EL ALMA
La palabra “alma” es la palabra hebrea nephesh en el Antiguo Testamento y la palabra griega psique en el Nuevo. Estas dos palabras se usan cerca de ochocientas veces en el Antiguo y el Nuevo Testamento.
LA CARNE
La palabra “carne” es basar en hebreo, en el Antiguo Testamento, y sarx en griego, en el Nuevo Testamento. Dicho término se usa cerca de cuatrocientas veces.

 

EL CORAZON
La palabra “corazón” en hebreo es leb, en el Antiguo Testamento, y kardia en el Nuevo, y se usa unas setecientas veces.
NOUS
La palabra “mente” en griego es nous, y se usa más de veinte veces en el Nuevo Testamento.

 

LA MENTE
Hay algunas palabras en el idioma original que se refieren a la mente, al intelecto y a los pensamientos. No podemos enumerarlos todos aquí. Sin embargo, cuando el lector encuentre una palabra que no debe traducirse espíritu ni alma ni corazón, y tampoco es nous, lo más probable es que se trate de la mente.
PRIMERA SECCION INTRODUCCION CON RESPECTO AL ESPIRITU, EL ALMA Y EL CUERPO

 

 

 

 

 

 

 

Autoridad Espiritual

 


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Hombre espiritual

 

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