INTRODUCCIÓN
Aumenta grandemente nuestro aprecio de la obra del Espíritu Santo al estudiar su
actividad en el Antiguo Testamento. Aun como creyentes que seguimos el Nuevo Testamento, nuestro sentido de dependencia del Espíritu de Dios se incrementa cuando examinamos sus múltiples obras en
las vidas de los héroes de la fe del Antiguo Testamento.
Otra ventaja de estudiar esta doctrina en ambos testamentos es que se revela la unidad de la Palabra de Dios en una forma maravillosa. Aunque la Biblia produce una "revelación progresiva", sin
embargo, Pablo nunca contradice a Moisés, mas lo tomó en cuenta al referirse a él para confirmar la doctrina. Los escritores del Antiguo y Nuevo Testamento revelan al Espíritu de Dios como Autor
de todo lo bueno en el hombre.
I. LA PERSONA DEL ESPÍRITU SANTO EN EL ANTIGUO
TESTAMENTO
Las referencias al Espíritu de Dios están esparcidas a través del Antiguo Testamento.
Aunque la doctrina de la Trinidad brilla menos en el Antiguo Testamento, todavía son reveladas la personalidad y la deidad del Espíritu. En el primer versículo de la Biblia (Génesis 1:1), la
palabra hebrea para "Dios" es una palabra plural. En Génesis 1:2, el Espíritu es mencionado expresamente. Dios también se refiere a sí mismo en forma plural (Génesis 1:26; 11:7) y por lo menos en
un lugar son mencionadas juntas las tres personas de la Trinidad (Isaías 48:16). Muchos de los títulos del Espíritu Santo son encontrados en el Antiguo Testamento (Salmo 51:11; Zacarías 12:10 y
Job 33:4).
II. EL ESPÍRITU SANTO EN LA CREACIÓN
Muchas de las obras de Dios se atribuyen a las tres personas de la Trinidad. Encontramos
la misma verdad en cuanto a la creación. Mientras que el Padre y el Hijo se reconocen en esta obra (Hechos 4:24; Juan 1:3), el Espíritu de ninguna manera es excluido.
III. LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO EN LA
SALVACIÓN
Desde la caída de Adán al pecado, el hombre se ha quedado en un estado inalterado de
depravación. Sin la influencia de la gracia del Espíritu de Dios no ha habido nunca un tiempo cuando el hombre natural podía amar, confiar o acercarse a Dios. En cada época el Espíritu tenía que
convencer (Génesis 6:3), vivificar (Salmo 119:25), iluminar (Salmo 119:27) y volver al alma a Dios (Salmo 65:3-4). El Espíritu Santo ha sido siempre el guía e instructor del pueblo de Dios
(Nehemías 9:20).
Hay que rechazar la idea de que los creyentes del Antiguo Testamento no tenían al Espíritu Santo. Nadie niega que en el día de Pentecostés fue recibida una nueva manifestación del Espíritu (Juan
7:37-39; 14:16-17; Hechos 1:8), sin embargo, hay que afirmar que nunca hubo un hijo de Dios destituido del Espíritu. Nuestra naturaleza carnal nunca puede producir un creyente santo porque "lo
que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es" (Juan 3:3-6; Romanos 8:7-8).
En Proverbios 1:23, "La sabiduría" prometió derramar su Espíritu sobre los que se arrepintieran al ser reprendidos por ella.
(Nota - La sabiduría, como está personificada en Proverbios no puede ser nadie más que Jesucristo mismo. Compare Proverbios 1:23 con Juan 7:37-39. Estudie, sobre todo, la última mitad de
Proverbios 8. También compare Lucas 11:49 con Mateo 23:34.)
Mientras Cristo daba énfasis al descenso futuro del Espíritu, muy precisamente aclaró que el Espíritu Santo ya moraba con ellos (Juan 14:16-17).
Otro error que a veces se oye es la enseñanza de que los creyentes del Antiguo Testamento podían perder el Espíritu. Algunos han usado el caso de Saúl (1 Samuel 16:14) para comprobar esta
enseñanza, pero confunden la obra del Espíritu en la salvación con la obra de equipar a los hombres
para servir a Dios. El Espíritu Santo viene y sale de los hombres en muchos sentidos, pero nunca en cuanto a la salvación. Implicar tal enseñanza sería negar la seguridad del pueblo
de Dios (Salmo 37:24).
IV. LA OBRA DEL ESPÍRITU EN LA REVELACIÓN
Cristo prometió que el Espíritu Santo sería nuestro maestro, así como el Espíritu de Dios
también enseñaba a los creyentes del Antiguo Testamento.
V. LOS DONES ESPECIALES DEL ESPÍRITU MANIFESTADOS EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
Todo esto nos debe enseñar el significado de Zacarías 4:6. Separados del Espíritu de Dios
no podemos rendirle servicio aceptable a Dios.
VI. PROFECIAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO RESPECTO AL
ESPÍRITU
Aunque las profecías del Antiguo Testamento acerca de Cristo reciben mucha atención, no
nos olvidemos de estudiar también esas que predijeron la venida y la obra del Espíritu de Dios.