Capítulo
2:
INTRODUCCIÓN
Al aproximarnos al estudio acerca de la Deidad del Espíritu Santo, enfrentamos la tendencia moderna de menospreciar la
importancia de la doctrina. La apatía doctrinal es más peligrosa cuando concierne al conocimiento de Dios que cualquier otro tema doctrinal. Equivocarse respecto a cualquier persona de la Deidad
es pervertir la doctrina de la Trinidad, y así desviarse del conocimiento del Dios verdadero. No hay salvación ni servicio aceptable cuando no se posee el conocimiento de Dios (Jeremías 9:23-24;
Juan 17:3; Daniel 11:32; Oseas 6:6). El estudio sobre Dios es la búsqueda más beneficiosa en que el pueblo de Dios puede ocuparse (Filipenses 3:8). No hay nada que pueda incrementar más nuestro
conocimiento y humillarnos a la vez. El aprender de Dios fortalece nuestro compañerismo con Dios y llena nuestros corazones con tranquilidad (Job 22:21). Tenemos la base de nuestra confianza y
gozo sabiendo que la persona del Espíritu Santo quien es Dios mismo mora en nosotros. Este pensamiento debe alentar nuestra fe (1 Juan 4:4) y hacernos evitar el pecado (1 Corintios 6:18-19). Que
Dios utilice esta lección para confirmarnos en la gran realidad acerca de "La Deidad del Espíritu Santo".
I. LA TRINIDAD
La Biblia enseña que aunque hay un solo Dios (Deuteronomio 6:4), siempre hay tres personas en la Deidad (Mateo 28:19; 1 Juan 5:7). En nuestro estudio acerca de "La Deidad del Espíritu Santo" nos
ayudaría tener en mente la relación entre las personas del Trino Dios.
Debemos recordar que estos términos no implican ninguna inferioridad de las personas divinas. Aunque estas relaciones no puedan ser entendidas por la mente humana, debemos aceptarlas; si no, nos apartamos de la doctrina de Trinitarianismo al Unitarianismo. Quizás lo mejor que podemos hacer es concluir esta enseñanza con una cita de la Confesión de Fe Bautista de Filadelfia:
"En el Ser Infinito y Divino existen solamente el Padre, el Verbo (el Hijo) y el Espíritu Santo. Cada uno tiene toda la esencia divina pero las mismas no están divididas. El Padre no es de ninguno, sin género ni procedimiento; el Hijo es eternamente engendrado del Padre; y el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo; todo infinito, sin principio, y por eso componen un solo Dios, quien no debe ser dividido en su naturaleza ni en su existencia, sino es distinguido por varias características peculiares y relativas, y relaciones personales; cuya doctrina de la Trinidad es la base de toda nuestra comunión con Dios, y la dependencia cómoda con El".
II. LA
DEIDAD DEL ESPÍRITU SANTO
Hay cinco categorías que comprueban la Deidad del Espíritu Santo:
CONCLUSIÓN DEL CAPÍTULO 2
Se resalta la importancia de esta lección al saber de las muchas sectas levantadas por Satanás para atacar la verdad de la Deidad del Espíritu Santo. Que eso nos incite a tener un mayor cuidado
en darle al Espíritu Santo su debido lugar en nuestro amor y adoración.